Estas letras no tienen límites ni fronteras. Nos separa apenas un río, pero nos unen millones de palabras: cuentos, poemas, historias de vida, por eso nos lanzamos a escribir eliminando todo límite.
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martes, 25 de octubre de 2011
Mi alma.
Mi alma es una nube gigante. Más liviana y esponjosa que todo. Mi alma es un capullito de rosa cerrado, guardado, aterciopelado. Mi alma se aferra con tenazas a lo que fui, lo que estoy siendo.
Mi alma supo lucir largos vestidos de colores antiguos, abusó del negro. Usó el pelo larguísimo y lo cercenó para siempre. Lo pintó de casi todos los posibles tonos. Mi alma quería olvidarse de ser mía y yo se lo recordaba.
Mi alma vive recordando a la abuela en la chacra, en la máquina de coser, vive en el traje marrón que papá lucía invariablemente. Mi alma tuvo un alma casi gemela con los ojos de mi hermana. Mi alma supo amar con pasión y se desangró gritando. Mi alma quiso ser más que alma, más que sombra, más que espejo de mi persona. No pudo.
Pero sigue volando. Se va de la mano de mamá al viaje interminable hacia el Sur, enfrentamos juntas de nuevo el paisaje montañoso. Con mamá y con papá, volamos juntos y vienen mis dos hermanos muertos. Que livianos somos.
Cada vez que llueve sin treguas busco a mi alma. Le miro los ojos fijos, los recuerdos tornasolados de nostalgias y me voy con ella volando.
Mi alma es un tul gigante, parece una nube.
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