Mientras el sauce llora sus últimas lágrimas,
espero la llegada del invierno.
De pronto, soy la niña que corre con el viento,
que inventa una danza única, nueva.
Y me meto en su piel y en su risa y en sus ojos,
los que miran por vez primera una brizna,
una flor , el sol, la luna
y ese rumor que sube de la hierba.
Es primavera.
Soy el grito que crece salvaje desde entonces
y el silencio que apaga todo grito.
No soy la flor, ni la brizna. No soy sol ni luna.
Sólo soy la que espera que el sauce llore
esa lágrima postrera.
D-I-C. (1/1/2012)
1 comentario:
Muy bueno, trae recuerdos de sauces y primaveras.
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