Toda ella se ciñe
a una brisa de arpegios.
Escalas de recuerdos
giran, la envuelven, despiertan.
La
armonía se le despereza en notas
y
el dolor pierde puntas y aristas
entre
claves de sol.
Y
ya en estado de gracia
las
notas fundan una nueva mujer.
El
sonido la antecede.
Mientras
un río de notas se le arremolina,
el
paisaje musical se torna femenino.
Es
melodía y es danza.
Es
plena felicidad.
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