“La primera roca estudiada en la superficie de Marte es igual a una
pelota de fútbol” (Algún diario argentino, enero de 2004)
Cuando
el presidente anunció que comenzaríamos a participar en el juego espacial nadie
pudo creerle. Sus más fieles seguidores, que todo lo aceptaban de él, pensaron
en senilidad, en Alzheimer. Sin embargo, siete años después la plataforma de
lanzamiento y su cohete fueron el símil de aquel dedo en alto que
enfervorizado había levantado para señalar la ilimitada bóveda de
vuelo.
Las
pruebas se venían realizando desde hacía ya tres años y los periódicos se
encargaron de anunciar que el destino no sería la luna, contra el
pronóstico de los más audaces: “A nuestros habitantes la luna les queda
demasiado cerca. El verdadero destino debe ser Marte…”. Y fue.
Todo
estaba previsto. Era larga la lista de astronautas preparados y en
lucha mediática para conseguir las primeras plazas en el vuelo inaugural. Por
eso, cuando el jefe de la F.A .R.S.A ( Fuerza Aérea República Sideral
Argentina) supo que la primera roca estudiada en la superficie de Marte era
igual a una pelota de fútbol, supo también que ése era el momento de demostrar
al mundo que “Argentina ya no camina…vuela.”
La más
feroz de las batallas por ser elegidos, comenzó. Los periódicos, armaban
y corregían listas con los nombres de los posibles afortunados. Pero sólo
los más atentos, sabían.
“Tres
tripulantes y veintidós pasajeros se convertirán en los primeros argentinos que
viajarán al espacio” fue el titular que recorrió el mundo. El país se detuvo (una
vez más). Nadie podía perderse el hecho histórico. En el exterior, las noticias
quemaban y el periodismo mundial estuvo presente en el “más grande suceso del
Siglo”.
El día
del lanzamiento, las cámaras se encendieron en cuanto los primeros tripulantes
espaciales aparecieron en escena. Todos creyeron ser víctimas de una nueva
broma política. Once de los viajeros vestían traje y escafandra
azul y el pecho cruzado por una banda horizontal amarilla. Los once
restantes, por su parte, llevaban el clásico traje y escafandra blancos (característicos)
y desde el hombro izquierdo bajando hacia el lado contrario atravesaba el
pecho, una banda roja.
Mientras
los dos equipos espaciales iban rumbo al lejano campo de juego, en la Tierra se
producían las más creativas especulaciones: cuál de los tres tripulantes
oficiaría de árbitro; quiénes eran los jueces de línea; quiénes habían entrenado
a los astronautas jugadores (no menos de dos, por supuesto); cuánta influencia
tendría la gravedad marciana en los resultados; cuándo se conocería la
formación definitiva y más… mucho más. Sobre todo, acerca del posible
resultado.
Sin embargo, había un grupo importante de mujeres
argentinas que tenía la más clara de las certezas: “los hombres irán detrás de
una pelota de fútbol, aunque ésta esté en Marte y sea de piedra”.
1 comentario:
Seguro que River viaja a otro planeta de más baja categoría...
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