Estas letras no tienen límites ni fronteras. Nos separa apenas un río, pero nos unen millones de palabras: cuentos, poemas, historias de vida, por eso nos lanzamos a escribir eliminando todo límite.
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jueves, 17 de noviembre de 2011
Un tipo así.
Un tipo así, tan de otro mundo diría mi abuela fisgoneando desde su eterno balcón de la costura. No pierdas ese partido, diría mi tía la viuda, la eterna enamorada de las novelas. Un tipo así era casi un suicidio pero me arrojé al vacío…
Un gato sigiloso, un caimán devorando, un pretencioso león, un águila…el zoológico vivo, era todo y uno solo. Era el grito agónico de sus pasos en mi corredor, era capaz de ser camaleón…cambiar, cambiar, cambiar…
Mi eterno estado de no poder con la rutina me lo agotó con su camuflaje de amante, de patrón, de novio, de esposo devoto, de lujurioso…y comencé a soñar de nuevo.
Era tan fácil ser seducida por su varonil presencia y soñar, permitirme soñar…pero entonces llegó aquella capucha atroz, los días del olvido, llegó la ausencia sin aviso, llegó la tortura y la muerte cercana.
No fui la misma pero su abrazo me perdonó todo el pasado y todo el futuro. No lo supe. Sólo lo abracé. Parí mis hijos, los suyos, parí mi dolor y luego, agonicé con el suyo por una eternidad.
En el camino quedamos los dos con un lazo indestructible que me mareó cuando ya no lo tuve. Ese lazo fue tan fuerte que no supe bien para dónde ir, aunque tenía un largo presentimiento que olía a muerte.
Me quedaron los hijos, los nietos que no pudo ver, retoños de su valentía…me quedó el recuerdo solapado guardado en lo hondo de un corazón que de nuevo, se atrevió a soñar pero con los ojos abiertos.
Me quedó todo. Lo bueno, lo feo y su estampa de tigre marcada a fuego en el alma.
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